CARLA SIMÓN Y ORDENAR EL CAOS.

Carla Simón habla de su proceso creativo en ‘Alcarràs’ en el evento de Caixa Fòrum ‘Trobades amb artistes 2022’.

Cada mes procuro asistir un evento cultural como mínimo, a poder ser cinematográfico. En Noviembre ya tenía reservado en mi agenda acudir a esta charla con mi amiga Anna de la ESCAC. Ir a ver qué se contaba la Carla Simón en el Caixa Fòrum y después cenar juntas en un local cercano era nuestro plan del viernes. Y sin mayores espectativas ocupamos nuestros asientos en la sala. Comentamos, como dos octogenarias, que dos taburetes alrededor de un minúsculo atril nos parecía una puesta en escena algo precaria. Unos ‘sofacitos’ alrededor de una mesita baja hubiera sido nuestra apuesta mínima y unas buenas butacas o un sofá en plan salita, hubiera estado a la altura de la invitada, según nosotras. Porque, más allá de todos los premios que ha recogido por su obra, la Simón milita un cine íntimo y honesto que, a través de historias particulares y cotidianas, con retratos bellos de familias y sus vidas, coge aquello universal que apela a los espectadores de todas partes. Y si la Simón hace un cine íntimo y nos va a hablar de él, qué menos que acompañar su discurso con un entorno acorde a él. Y ahí nos vemos nosotras, comentando ya de entrada lo que nos parece o deja de parecer el evento, cuando la Simón, con su moñete en el pelo, toquiñea un ordenador que ni habíamos visto y le da al play. Va per feina ella. M’agrada.

Y con ese play nos abre una rendija hacia su universo creativo; y desaparecen los taburetes, el atril ridículo e incluso la presentadora del acto. Expandiendo por la sala la voz serena de Carla Simón mientras nos muestra cómo «ordena el caos» durante su proceso creativo, como «dirige desde la duda y no desde la certeza», como una interminable lista de ideas, a lo brain storming sin complejos, se va transformando en un primer texto que tendrá unas 23 revisiones posteriores pero será compartido con compañeros de profesión desde el primer borrador e irá mejorando a partir de las aportaciones que reciba. Y en la sala se hace el silencio, y el señor que tengo delante toma notas en una libreta con su pluma mientras Carla Simón nos cuenta cómo su cine es íntimo pero el proceso es colectivo. Cómo ella es de mente cuadriculada pero sus rodajes son orgánicos. Como todo le juega «a la contra de lo que me va bien y sufro pero confío en que es la mejor forma de hacer el cine que yo quiero». Con todas las implicaciones, éticas, filosóficas y creativas de frases como esta .

Y pasado un rato ya nos tiene a todos ganados. Ofreciéndonos una clase sobre su proceso creativo, con anécdotas cosidas con hilo de pensamientos tan potentes como «asumo la soledad del director», dudas y frustraciones «tenía días en que revisaba el material y pensaba ¿Hemos rodado borrachos o qué?» o «llego a la sala de montaje hecha polvo y tardo semanas en asumir que no tengo la peli que pensaba que tenía y que he de construir a partir de lo que tengo y no de lo que echo en falta». Y es en esa verdad, en ese discurso honesto donde nos conmueve, empatizamos con ella y su cine, y nos gana para siempre. Porque demuestra que su cine es un reflejo de su de su mirada honesta, casi documental, del mundo.

Lástima que el logotipo de La Caixa ocupase tanto espacio en el escenario como para ir recordándonos todo el tiempo el mundo en que vivimos, incluida Carla Simón.